Entre los mastines tibetanos importados durante el siglo XIX, un lugar especial corresponde sin duda a Bout, el Mastín Tibetano de la reina Victoria. Aunque no fue el primero en llegar a suelo británico, fue sin duda uno de los más conocidos y a él se debe probablemente el creciente interés que la raza despertó en Inglaterra y que culminó con los primeros intentos de cría.
A su fama contribuyó, además del gusto exótico que la acompañaba, sin duda su célebre propietaria, la reina Victoria del Reino Unido (1819-1901), que la recibió como regalo en 1848 (y no en 1847, como suele indicarse erróneamente) del gobernador general de la India, Henry Hardinge, primer vizconde Hardinge (1785-1856).
La procedencia exacta de Bout sigue siendo objeto de investigación hasta el día de hoy, pero sus características morfológicas, en particular su pelaje relativamente corto, la ausencia de una melena muy pronunciada y una cierta abundancia de labios, sugieren que procedía de la zona del río Yarlung Tsangpo o, en cualquier caso, de uno de los grandes centros de poder tibetano (Lhasa o Shigatse), donde estas características eran especialmente apreciadas y buscadas.
En este sentido, era sin duda un regalo digno de un gobernante, ya que estos perros eran apreciados por los aristócratas y lhamas tibetanos, que los hacían llegar en grandes cestas transportadas a lomos de burros. El propio nombre que se le dio, originalmente «Bhote» y posteriormente modificado por la propia reina, es un recordatorio de su procedencia, ya que es una distorsión de la palabra «Bod» («Tíbet»).
Aunque se desconoce su fecha de nacimiento, se sabe que murió en 1856, ocho años después de su llegada a Inglaterra.
Primer Mastín Tibetano fotografiado
Bout es probablemente el primer mastín tibetano del que existe documentación fotográfica, realizada por William Bambridge, que la tomó en 1855. Esta es sin duda la más conocida de las fotografías de él, aunque hay una segunda, mucho menos conocida, que lo muestra en compañía de otros dos perros propiedad de la familia real, Ferry y Busdubh.
También se conoce un cuadro de Friedrich Wilhelm Keyl, fechado en 1850, en el que aparece con uno de los carlinos de la reina, llamado Minka, mostrándolo con focos cuya intensidad parece contrastar con el color que se deduce de las fotografías conocidas, y un excepcional dibujo de la propia Victoria.
Aunque queda mucho por descubrir sobre Bout, su historia nos proporciona mucha información interesante sobre la raza a mediados del siglo XIX y la forma en que los mastines tibetanos han ejercido siempre una considerable fascinación incluso sobre personas muy alejadas, tanto geográfica como culturalmente, de las que los vieron nacer.
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